Wednesday, January 31, 2007

Una tercera hora de castellano en las escuelas catalanas

Andamos otra vez a la greña por dirigir desde la política la educacions de los niños. Ahora toca (la verdad es que no se que es el que toc o lo que se toca...) añadir una tercera hora a la enseñanza del castellano (también llamado Español, por cierto) en las escuelas catalanas.

Qua la tercera hora haga falta o no va a tener menos importancia que si sirve para fomentar discrepancias políticas. Mientras, la ciencia aporta evidencias que nos deberían hacer reflexionar. La prestigiosa revista Neuropsicología, en su número de este mes de febrero publica un sugerente artículo que muestra que el bilingüismo parece ejercer un efecto protector sobre el comienzo de la demencia senil (“Bilingualism as a protection against the onset of symptoms of dementia”, Ellen Bialystok, Fergus I.M. Craik, and Morris Freedman. Neuropsychologia , Volume 45, num. 2 , 2007, Pags 459-464).

Ser bilingüe va más allá de aprender una lengua en una escuela de idiomas para trabajar de recepcionista en un hotel o navegar por Internet. Incluye pensar, sentir y emocionarse en más de una lengua. Y eso es una riqueza indudable. Los que la tenemos no debemos perderla. En ningún sentido.

No se si un periódico también puede llegar a tener demencia senil. Pero quizá que La Vanguardia también pudiese plantearse las realidades de nuestro país. Mientras, es posible que El Periódico está ya pensando en ese futuro. Buen ejemplo. Entre tanto, El Diari de Tarragona va bien manteniendo el bilingüismo.

Monday, January 15, 2007

War, peace, oil prices and whatever comes. A theory of conflict

Let's imagine that the American troops were received in Iraq as victors and liberators when they bashed through the Saddam Hussein defences back three years ago. It would reproduce the scenes of France 60 years ago: joyful French girls kissing wildly handsome G.I.'s, crowds cheering, champagne corks popping, flags weaving... The government restored set up the Forth Republic, the ungrateful patriots sent DeGaulle packing home and the Spanish Republicans who fought along with the Allies began dreaming of getting back to their homeland and, taking advantage of the war push, try to unsettle Franco.
A pretty picture that was not to be.

But it could have happened in Iraq. The Shiite imams could have helped out, the Kurds up North could have been ready to negotiate some autonomous settlement... The country pacified, up on its feet, the commerce working and the oil fields pumping happily millions of barrels of oil to fuel the First World energy craving, even the Third World needs to catch up a bit...

What? Oh, no! Who ever said we need a happy world?

Those millions of barrels of Iraqi oil would drag oil prices down so much as to make absolutely impossible for the oil producers of Texas, Oklahoma or even the Alaskan fields to compete. Cheap oil means increases in oil use and thus increases in air pollutants, and that is bad, isn't it? Cheap oil means fewer margins for speculation, for wheelings and dealings in the international markets, less returns for investors that put their money this past year on the fluctuations of Brent at 80 bucks the barrel. It would be the ruin for commodities brokers...

Nay, nay. What we need is a unstable market, moving confortably upwards but jolted between now and then by a nice little terrorist attack so the stock moves, the faint-hearted get scared and sell to a loss, and the bold reap a profit...

Does anyone believe that George W wants to finish up the Iraq mess? If he and his cronies are as smart as they claim to be, it is obvious that what they are doing is to extend the conflict because that's what they want. They are not failing in their purpose, are they?

No, I have not seen Michael Moore's movie. I even think he is missing the point. GW is not dumb: he is working for what he honestly believes: a better world... with enough stress to keep the things moving.

Wednesday, January 10, 2007

Entre acelgas y Massiel

Pues quizá era todavía el Pleistoceno inferior que tuve un encuentro fugaz con Massiel. En un pasillo. De un hospital.

De pie y en la entrada del servicio de Pediatría del hospital estaba una dama como vistosa o, digamos, llamativa, a quien no pude identificar, con cara de angustia, a la que presté escasa atención.

Hay que añadir que en aquel entonces y en aquel sitio no era infrecuente encontrar personajes más o menos pintorescos o, como ahora se entiende, famosos.

Al cabo de un rato dábamos de alta un niño que se había pillado un brazo en la puerta del ascensor y que habían atendido en el servicio de Traumatología. Me dirigí a su madre, la dama en cuestión, con cortesía elemental para asegurarle que las lesiones curarían sin secuelas y en poco tiempo y que acudiese a la consulta para revisión en unos días.

No fue hasta el día siguiente que en la prensa, y luego al cabo de pocos días en la prensa del colorín, apareció la noticia de que el hijo de Massiel había tenido un percance y había sido atendido en el hospital. Y supe entonces quien era la dama.

Las acelgas creces silvestres en un talud que bordea el depósito de aguas que hay cerca de donde vivo y sirven de alimento a la numerosa colonia de conejos que allí habita. Cuando hicieron el talud utilizaron como relleno tierras procedentes de una zona de huertas cerca del río y con ella llegaron las semillas. Sólo las he “cosechado” una vez y, frescas y hervidas, eran naturalmente comestibles.

No quisiera mostrar entusiasmo por las acelgas y otras verduras verdes, válganos la redundancia, como las espinacas, las borrajas y las coles. Que haya "verduras" que no sean verdes es una rara ocurrencia; se las llama hortalizas, que viene de huerta, como ojeriza de ojo y paliza de palo. Siempre he creído que detrás de la insistencia de madres y dietistas expertos en la conveniencia de ingerir verduras por lo de la fibra, el potasio y otras bondades, existe alguna maldad.

Me produce una cierta resistencia comer cosas cuyas bondades no están en su aspecto, gusto, aroma o consistencia, sino porque sirven para cagar y mear bien, mantener la tensión arterial controlada y prevenir el cáncer de colon.

Y que nadie se escandalice porque parezca que traiciono los sacrosantos principios de la profesión que ejerzo. Los médicos tratamos enfermos y enfermedades. Si puedo parafrasear a Clemenceau (¿o era Tayllerand?) cuando hablaba de guerras y guerreros, creo que la salud, la Salud con mayúscula, es una cosa demasiado seria como para dejarla en las pecadoras manos de los médicos.