Saturday, October 24, 2009

Freakies of my youth- XII, El padre Peyton



Pues no se muy bien cuando aterrizó por estos pagos el Reverendo Padre Patrick Joseph Gillard-Peyton con su cruzada del rosario en familia. Nacido en Irlanda pero recriado en los USA esos desde los años 40 andaba por el mundo predicando la indisolubilidad del matrimonio con el slogan: “La familia que reza unidad, permanece unida”.

En una postguerra en la que muchísimas familias no podían permanecer unidas ni aún queriendo, rotas por la muerte, la cárcel o el exilio, el mensaje debía ser para las que quedaban.

En la radio se promocionaba el “pegamento” propuesto por el padre Peyton con el rezo del Rosario. Yo no recuerdo la voz del clérigo, aunque me la imagino como un vozarrón con acento anglo marcado y construcciones gramaticales cubanas o portorriqueñas. Sí se que vino a nuestra ciudad y su visita causó un considerable revuelo de beatas y curas, siendo el comentario más oído que “vestía clergyman”, un traje negro y camisa con alzacuello, algo absolutamente novedoso para un clero de sotana raída color ala de mosca, manteo y teja, cuando no bonete cuadrangular con borlita.

Es posible que haya que explicar que era el Rosario porque las nuevas generaciones ni siquiera han oído hablar de ello. Para que no quede por no dicho:


Rosario se refiere a una guirnalda de rosas, en latin “rosarium”. Por cierto que eso se lo tuve que explicar a una afamada catedrática que se llamaba Rosario y para quien la única referencia de su patronímico era la cadena de cuentas. Una cadena de cuentas es eso: una cadenita con bolas o piezas redondeadas enganchadas o engarzadas que sirve para contar, y no perder la cuenta. Su origen probablemente es oriental porque muchas religiones orientales los emplean habitualmente para recitar mantras, jaculatorias o imprecaciones. Los ricos, como los que llevaban los niños y niñas en la primera comunión, solían ser de perlas engarzadas en cadenas de plata y hasta de oro. Los comunes, de bolas de madera o de semillas secas. En esta parte del mundo eran muy populares los de semillas de algarroba, marrones y duras, que soportaban tirones y maltratos.

Los rosarios marianos contaban con cuatro tramos de cinco cuentas enganchado en círculo y luego otro trozo con cuatro o cinco cuentas más, y un crucifijo pequeño en el extremo. Y el rezo del Rosario era una secuencia repetitiva de oraciones, avemarias, siguiendo unos patrones llamados “misterios”, referidos a acontecimientos del Nuevo testamento cristiano. Concluía con la recitación de una mantra o letanía de invocaciones a la Virgen María que se hacía en latín. La entonaba uno de los orantes o, en el caso del rosario por la radio, el locutor y respondían los otros orantes con un “Ora pro nobis” que siempre sonaba “oraporonobissss”.

Las imprecaciones o invocaciones de la Letanía en latín resultaban de lo más chusco. Nunca traducidas hasta después del Concilio Vaticano II, cuando lo han sido han desaparecido de la liturgia porque los esotéricos significados se prestaban a interpretaciones poco edificantes. Pero eso lo dejo para otra ocasión.

El caso es que el jodido Padre Peyton era un agente de la CIA, en nómina de la agencia desde casi su fundación en 1947, y hasta es posible que antes estuviese en contacto con la OSS, la organización que precedió a la CIA. Sus funciones fueron de canalizar actividades para impedir el desarrollo del comunismo, especialmente en Sudamérica (http://vlex.com/vid/anti-communism-patrick-peyton-csc-i-53201666 ) a golpe de rosario…

Pero lo que le da categoría de “freakie” a los efectos de este “blog” y desde la visión de niño que yo tuve, es lo de ser cura, americano y vestido de “pastor protestante”, que es lo que decían las beatas de mis tías las de la librería.

Friday, October 09, 2009

Freakies of my youth- XI, Evita Perón

La perspectiva histórica de la esposa del dictador populista de la República Argentina puede ofrecer una imagen diversa. Desde luego la más postrera, la de un cadáver embalsamado y arrinconado en una villa de Puerta de Hierro en Madrid, luego secuestrado, cualifica de freakie de sobras. Pero eso sucedió cuando yo ya era maduro y sólo formó parte de mi imaginario dentro de la cutrez de las noticias nacionales de los años 80 y siguientes. La Evita de la que tuve noticias siendo un crío era un personaje semifabuloso que vino a España y que aparecía en los No-Do envuelta en abrigos de pieles, representante, según decían, del país que nos iba a sacar del hambre… Cierto es que Argentina tenía en los años 40 una de las rentas per cápita más elevadas del mundo, que Eva Duarte y su entourage dilapidaron con eficacia para sorpresa continuada de su general marido. Vivía yo entonces en un universo densamente femenino, el único nieto de una alargadísima familia de mujeres: abuela, tías, primas, servicio… Sin exagerar, más de treinta. La noticia de que Evita tenía un cáncer cayó en aquel mundo como una bomba. Encima era un cáncer femenino, del cuello del útero, que se la llevó del mundo cuando apenas tenía 33 años. En cualquier caso yo lo percibí como un fenómeno raro, un personaje algo estrafalario en un mundo en el que las figuras femeninas en el poder eran aún raras. Posiblemente por los abrigos de pieles asociaba su imagen a la naftalina de los armarios donde se acostumbraban a guardar tales prendas. Su azacaneado pasado de cabaretera no figuraba en la información de la que yo podía disponer. Probablemente tampoco lo hubiese comprendido porque la cosa del cabaret tenía escasa representación en mi pequeño y provinciano mundo. En fin, una señora rubia con abrigo de pieles saludando al pueblo y, probablemente oliendo a la naftalina que luego la acompañó en la villa de Puerta de Hierro cuando ya sólo era una momia.