Friday, March 26, 2010

Freakies of my youth XVI: El hijoputa del anuncio del Cerebrino Mandri

No se me ocurre como denominarlo, pero con esa actitud adusta, conminatoria…con su frac y el lomo ensillado. Un redomado hijo de puta.(Hace poco descubrí que “redomado” no tiene nada que ver con la doma, sino con la redoma, ese frasco de la antigua alquimia que viene a ser como el antecesor del alambique. Algo “redomado” es pasado por la redoma. Un destilado, vaya. La quintaesencia… o la sexta).

Que me perdone el señor licenciado Francisco Mandri, médico y farmacéutico, muy probablemente un santo varón que, desde su botica en la calle Escudillers, antes de trasladarse a la calle Ancha (“el carrer Ample”) del casco antiguo de Barcelona (¿o era en la calle Provenza 203?), empezó a preparar una combinación de analgésicos potente de administración oral, hace un siglo. Su específico ha aliviado dolores de probablemente cientos de miles de personas. Estoy seguro que eligió el diseño de publicidad de algún dibujante modernista con la mejor fe del mundo. Pero a mi, la jeta del Cerebrino me cae fatal.

El Cerebrino Mandri es un preparado en polvo cuyos principios activos son ácido acetilsalicílico, paracetamol, cafeína anhidra. Cada dosis de 5 gramos de CEREBRINO MANDRI contiene: 250 mg de ácido acetilsalicílico, 200 mg de paracetamol (DCI), 20 mg de cafeína anhidra y como excipiente 4.530 mg de azúcar (sacarosa). Se vende en botes de 100 gramos. O mejor dicho, se vendía, porque el año pasado el ministerio de Sanidad procedió a retirarlo del Mercado por no cumplir las especificaciones actualmente vigentes. La verdad es que la combinación incluye dos analgésicos pero con más o menos la mitad de la dosis que habitualmente se recomienda de cada uno de ellos. No existe evidencia de que haya sinergia entre esos medicamentos y lo razonable es tomar uno solo y a la dosis adecuada.
El Cerebrino no siempre ha tenido esa composición. De hecho el paracetamol no se comercializó hasta los años setenta o sea que necesariamente llevaba otras cosas. Cuando el laboratorio estaba en la calle Escudillers, el Cerebrino llevaba Ácido ester.orto etanoil benceno metiloico que, para mi gusto es aspirina, 20 centigramos, Para acetil fenetidina, 15 centigramos, un analgésico muy popular hasta los años cincuenta del siglo pasado, cuando se le asoció a toxicidad sobre los globules blancos de la sangre y sobre el hígado y fue retirado. Además llevaba 5 centigramos de Bromidrato potásico, supuestamente sedante (el precursor del famoso “bromuro”), 5 centigramos de cafeína, que es lo que suele llevar un café expresso cargado y 5 misteriosos miligramos de Extracto flúido de gelsemiun sempervirens—en la fórmula lo
escribe sempervidens—que es una planta que contiene alcaloides parecidos a la estricnina. Todo ello para “una cucharadita colmada” de polvo.

Pero no cambió sólo la fórmula con el tiempo. El señor del anuncio inicialmente era un pobre tipo calvo que sujetaba un cartelón. Cuando apareció el “hijoputa” de gesto adusto, al principio tenía el dedo levantado hacia arriba.

Fue más tarde cuando apareció apuntando al suelo y con más cara de mala leche.

Yo no he tomado Cerebrino en mi vida. Y no porque no me hubiese podido hacer falta, sinó por la jeta del “hijoputa”. Que le den, freakie.

1 comment:

Josep Canals said...

De acuerdo sobre la jeta del tipo, pero a mí lo que siempre me ha fascinado es la palabra CEREBRINO, que supongo se refiero al cerebro y suena muy socarrona.