La semana pasada celebramos en Catalunya el final del Ramadán. Este sábado por la mañana me he encontrado en el mercado con la esposa de Carod-Rovira. Luego me he ido al congreso. No al de los diputados, no: es un congreso sobre redes de comunicación locales y lo que me interesaba era el WiFi por si podemos instalarlo en mi barrio.
Ayer tarde un paisano comentaba que a “l’estatut” se sobran algunos “et” y algunos “ut”. En catalán se dice cuando un asunto está completo que tiene todos los “et” y “ut” del aniguo lenguaje jurídico. Sobre todo le sobra el “ut” de estatut: a él lo que le mola el “l’estat”, por Estat Català, la agrupación a la que pertenecía su padre, un notario de Tarragona que tuvo que exilarse a Francia en el 39. Ahora espera recuperar alguno de sus papeles del archivo de Salamanca.
Se me ha despegado el “teletac” del parabrisas. Lo he vuelto a pegar con pegamento instantáneo. Es ese achiperre que permite el pago telemático de los peajes en las autopistas. Aquí no puedo recorrer ni un centímetro de autovía sin pagar.
Igual todo eso: Ramadán, Carod, WiFi, Estat Català, Teletac... suena raro o lejano, pero forma parte de mi entorno diario.
Este blog se escribe en los tres idiomas en los que trabajo habitualmente. Puedo conversar en cinco y entiendo hasta ocho, pero no es un mérito: es una necesidad. En todos los sitios donde he trabajado había más de una lengua oficial. Me parece que eso es lo habitual en el mundo.
También creo que el nacionalismo se cura viajando y los provincianismos me entristecen.
Me apura el griterío sobre el estatuto de Cataluña. No lo acabo de entender. Al fin y al cabo se están siguiendo las percepciones legales para modificar una ley que, para los catalanes, se ha quedado estrecha. Y la voluntad representada por el 90% de un parlamento democráticamente elegido no se puede ignorar. Entre otras cosas porque los elegimos para que legislaran. Para eso elegimos también al parlamento español, aunque a lo mejor fuera sólo para despedir a Aznar.
Que legislen. Que parlamenten. Que “parlin” que es como se dice hablar en catalán.
Claro que hay que hablar de dinero y, naturalmente, no va a ser del dinero de los extremeños o los canarios. Tendrá que ser del dinero de los catalanes. Y para eso hay que reordenar la financiación.
Para que el año que viene volvamos a celebrar el Ramadán, porque a este país le hacen falta inmigrantes. Para que la mujer de Carod pueda seguir yendo al mercado sin escolta. Para promover las telecomunicaciones locales. Y para redimir el molesto peaje de nuestras autopistas. Para que nadie se tire de los pelos porque el notario recupere las cartas de su madre. También para dar apoyos a la lengua catalana, que la emplean más ciudadanos europeos que el danés, el sueco o el checo.
Financiación y nación suenan casi igual en castellano. En catalán no. Por eso van separadas en el estatut. Pero, al cabo, son lo mismo.
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
No comments:
Post a Comment