Wednesday, June 19, 2024

LA VERGÜENZA DE LA MONARQUIA ESPAÑOLA
















Se cumplen 10 años de la abdicación del anterior jefe del estado, del rey Juan Carlos I de Borbón, para ser substituido por su hijo Felipe VI. Con ello también son 10 años de uns actuacoones por parte del estado español, el gobierno, la monarquía y las instituciones responsables del orden constitucional de difícil explicación pública.

Gradualmente fue resultando evidente que la situación personal del monarca era cada vez más insoportable: escándalos personales, cacerías de animales de especies protegidas, comisiones dinerarias inexplicadas y, también, inexplicables, regalos millonarios de procedencias extrañas y extranjeras, que rezumaban corrupción, sumados a los escándalos que afectaban a otros miembros de la familia real que habían conducido a sentencias y prisión del yerno real y un largo etcétera de irregularidades, dieron lugar a un acuerdo de los principales partidos políticos para cocinar una solución jurídica, al no existir en el marco constitucional de modos para substituir la jefatura del estado en vida de su titular.

Los señores Rajoy y Rubalcaba no pestañearon a la hora de redactar una ley de Abdicación hecha a la medida de la situación. Un churro más, que el paraguas de la Transición democrática ha permitido a espaldas de los ciudadanos. De un plumazo cambió el monarca y se intentó ocultar evidencias delincuenciales que debieran haber acabado con la forma del estado.

Naturalmente el hijo tragó con el pacto político porque de otra manera, allí acababan sus aspiraciones sucesorias o, realmente, acababan de empezar. Un cierre de filas familiar que le aislase de todo lo irregular que acontecía en su entorno próximo y poner cara de palo a todas las preguntas, propuestas o inquisiciones que le plantearan, sirvió.

Mientras tanto, el pueblo llano se mantuvo aislado de los tejemanejes, aceptó que el rey viejo quedara excluido de la realidad histórica y a otra cosa.

La sinvergonzoneria del rey viejo tenia un tanto de personales. Las hacía porque nadie iba a impedírselo y porque, en general, los asuntos de faldas, las infidelidades y el putiferio, en esta parte del mundo gozan de notable tolerancia.

Otra cosa són los asuntos del dinero. Yo no me creo, no me puedo creer, que también cesasen en el momento de la abdicación. Tengo más que sospechas de que las peculiaridades financieras, los trapicheos, las comisiones pactadas, “el tercio del rey”, siguieron y siguen ocurriendo y, el ya no tan nuevo rey, continua lucrándose de posiciones financieras que, de conocerse en detalle, avergonzarían a los corsarios berberiscos.
Pero eso es así. Y así seguirá como no lo interrumpamos.


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