Los blogs deberían tener la disciplina de "Mi querido diario". El mío no. ¿Será "querido hebdomadario"? Me acusan, en privado, de escribir sólo los domingos y ni siquiera todos. Como los columnistas de los suplementos dominicales de los periódicos.
Aprovechando este agostado domingo miro hacia atrás y a mi, lo que me llama la atención de este blog es que casi me he olvidado de la idea del trilingüismo que anunciaba al principio y que hablo más de muerte que de vida...
A saber. Un crítico literario me decía hace tiempo que un libro de éxito, me imagino que una novela, debe contener una muerte en la primera página. Como un aviso. Así se atrae la atención del lector que seguirá leyendo a ver que fue lo que condujo a esa muerte. Y, en cambio, no hace falta que las novelas acaben con un muerto al final.
Me imagino que ese es el atractivo de las novelas de crímenes. Y quizá lo que llevó a Gabo García Márquez a mejorarlo anunciando la muerte en el mismísimo título cuando lo que en realidad se anunciaba era su imparable éxito literario.
Los domingos son para el ocio y el descanso, pero a mi frecuentemente me pillan trabajando. Aunque como mi tarea tiene una cierta intermitencia, igual hoy me permito aprovechar para ver una corrida de toros y un partido de fútbol en la televisión, epitome del ocio hispano.
Por ejemplo la última de la feria de San Sebastián: Victorinos para Juan José Padilla, Luis Miguel Encabo, dos veteranos consagrados y para Ivan Fendiño, un novel que es de Orduña, o sea de la tierra. Los "vitorinos" aparentemente siguen siendo lo que eran, ahora que casi nada es así. Enormes, bravos y con unos pitones monumentales.
Si alguien se cree que esto del toro va a menos que se lo pregunte a la familia Chopera que, junto con el ayuntamiento de Donosti han construido una plaza que parece un estadio deportivo americano. Ahí van todas las contradicciones e incongruencias de esta sociedad contenida en la piel de toro que y por ahora, se conoce como España, especialmente desde fuera de ella. A ver si se puede mezclar bien industria de transformación con gastronomía de postín, con nacionalismos leninistas violentos, festivales internacionales de cine, el suelo urbanizable más caro del sur de Europa, el "Eusko Gudari", los hierros de Chillida, las cooperativas de Mondragón y esa plaza de toros de Chopera en Irumbe. Y eso es en esa esquina. En el otro extremo están los cayucos abarrotados de guineanos desembarcando en la playa de Maspalomas en Gran Canaria para deleite de los turistas alemanes.
Como no hay quien lo entienda, me abstengo de interpretarlo. Me limito a constatarlo.
Por cierto, que creo que eso de que el mapa de la península es una piel de toro no es más que una figura literaria nacionalista rancia. En realidad es una piel de cabra. O ¿acaso alguien duda que la cabra, la puta de la cabra, la Capra hispánica, sea el animal español emblemático?
De toda la vida. El toro de lidia es una subespecie criada para la fiesta y con unas dimensiones manejables para los españolitos.
Los polacos se comieron el último uro, el Bos primigenius, el padre de todos los toros, en 1627. Y eso era una bestia de casi dos metros en la cruz y que pesaba dos toneladas. O sea, no apto para corridas.
Así que la piel de cabra. Un poco reducida a dimensiones cotidianas, quizá sea posible entender esto de la España. Lo que no va a haber quien entienda es a los españoles...
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1 comment:
Poca falta hace que nos entiendan, decía la derecha ¿inveterada?. "¡Que inventen ellos!", decía el pobre de don Miguel. Lo de España, tú bien lo sabes, es un invento al que nos hemos tenido que acostumbrar a fuerza de mestizajes. Mestizos somos, y en el camino nos encontraremos. Tus tres idiomas, como las tres culturas, nos sirven para mucho más, aunque haya que traducir, que cualquiera de las definiciones "nacionales" que apestan por lo rancias y repelen por lo inútiles. Escribe sobre toros o sobre lo que quieras, cualquier domingo, porque esto, aunque pretendan fastidiarnos, es una fiesta (¿dominical?).
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