Friday, October 09, 2009

Freakies of my youth- XI, Evita Perón

La perspectiva histórica de la esposa del dictador populista de la República Argentina puede ofrecer una imagen diversa. Desde luego la más postrera, la de un cadáver embalsamado y arrinconado en una villa de Puerta de Hierro en Madrid, luego secuestrado, cualifica de freakie de sobras. Pero eso sucedió cuando yo ya era maduro y sólo formó parte de mi imaginario dentro de la cutrez de las noticias nacionales de los años 80 y siguientes. La Evita de la que tuve noticias siendo un crío era un personaje semifabuloso que vino a España y que aparecía en los No-Do envuelta en abrigos de pieles, representante, según decían, del país que nos iba a sacar del hambre… Cierto es que Argentina tenía en los años 40 una de las rentas per cápita más elevadas del mundo, que Eva Duarte y su entourage dilapidaron con eficacia para sorpresa continuada de su general marido. Vivía yo entonces en un universo densamente femenino, el único nieto de una alargadísima familia de mujeres: abuela, tías, primas, servicio… Sin exagerar, más de treinta. La noticia de que Evita tenía un cáncer cayó en aquel mundo como una bomba. Encima era un cáncer femenino, del cuello del útero, que se la llevó del mundo cuando apenas tenía 33 años. En cualquier caso yo lo percibí como un fenómeno raro, un personaje algo estrafalario en un mundo en el que las figuras femeninas en el poder eran aún raras. Posiblemente por los abrigos de pieles asociaba su imagen a la naftalina de los armarios donde se acostumbraban a guardar tales prendas. Su azacaneado pasado de cabaretera no figuraba en la información de la que yo podía disponer. Probablemente tampoco lo hubiese comprendido porque la cosa del cabaret tenía escasa representación en mi pequeño y provinciano mundo. En fin, una señora rubia con abrigo de pieles saludando al pueblo y, probablemente oliendo a la naftalina que luego la acompañó en la villa de Puerta de Hierro cuando ya sólo era una momia.

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