Las Navas de Tolosa, 16 de julio de 1212

Éste 16 de julio de 2012, lunes, se celebra el 800 aniversario de la Batalla de las Navas de Tolosa, conocida desde el lado musulmán como Hisn al'Iqab (Castillo de la cuesta), acontecimiento bélico histórico determinante de la distribución del poder en la peninsula Ibérica en la Edad Media.
La batalla ha sido relatada múltiples veces con mayor o menor exactitud pero, evidentemente se trató de una ocasión imponente en la que se enfrentaron dos ejércitos numerosos y que, al final del día, la mortandad fué notable. El hecho anecdótico más relevante fué la derrota de la guardia personal del califa musulmán formada por voluntarios africanos, probablemente senegaleses, que estaban encadenados para no huir. Con la victoria cristiana, las cadenas se incorporaron simbolicamente al escudo del rey de Navarra y ahora aún aparecen en el cuartel inferior derecho del escudo constitucional del reino de España.
La batalla dió término a dominio efectivo de los musulmanes en la península Ibérica, iniciando lo que constituyó la “Reconquista” real, concluida doscientos cincuenta años después con la conquista de Granada.
La distribución de la propiedad de los territorios andalusíes marca una clara diferencia con los territorios de los reinos cristianos y, con ello, de la estructura social de la mitad sur de la península.
Mientras que ese mismo año de 1212 en Castelló d’Empuries, en la Catalunya Vella, el concejo municipal contrataba dos médicos para que se hiciesen cargo de la atención médica de la población, al sur del Tajo se distribuían las tierras en grandes propiedades de la órdenes militares que ayudaron en la batalla y, también, entre los dirigentes militares y capitanes.
Hace unos años, un sociólogo afamado explicaba que la distribución de los hospitales comarcales en el siglo XX respondía sensiblemente al mapa penisular de 1212.
Para bien o para mal, en la batalla se perdió la diversidad religiosa y política de la peninsula y la potente cultura andalusí que había recuperado a los clásicos griegos y desarrollado enormemente las ciencias, la medicina y el álgebra, se diluyó y entró en decadencia.
Las ochocientas vueltas que este pícaro mundo ha dado alrededor del sol desde entonces han visto mucho y dado lugar a una miríada de aventuras, experiencias y sucesos. Buenos, malos y de los otros.
Que el punto de partida fuese una batalla con miles de muertos añade el dramatismo a que nos tiene acostumbrados la historia.